Reflexiones para experimentar

de Josep Pocalles

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¿Somos parte del problema?

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Este martes 11 de Noviembre , dado que me encontraba en Barcelona por la presentEación en el Keiretsu tuve la ocasión de escaparme al evento que organizaba Javier Martin de Loogic, sobre la crisis y los negocios en internet.

El tono era de un cierto pesimismo y al final me resultó algo repetitivo con el resto de foros de este tipo, la eterna comparación con EEUU y Silicon Valley, que hay dinero para buenos proyectos, que lo que faltan son emprendedores capaces, que si piensa en grande, bla bla . Hubieron comentarios del tipo : ahora hay que revisar cada Euro que se gasta (a lo cual me pregunto , y antes que pasaba, todo era jauja ? ) . Se preguntó cual era el tipo de perfil que tenía que cumplir el emprendedor para llevar a cabo , y de todas las cualidades, se les olvidó una especialmente importante : OPTIMISMO

Aquí es donde empieza mi reflexión, no será que somos parte del problema en la duración de esta crisis ? La prensa, los blogs, los medios, los foros, con el sensacionalismo negativo están causando un efecto viral perverso que se propaga como una epidemia. Recordemos que llevamos meses bombardeados de noticias negativas que consiguen el efecto deseado en la gente de a pie que no entiende de economía.

Tomemos como el inicio del fin de la crisis el relevo del presidente de los EEUU. A groso modo, Obama ‘tan sólo’ tendría que hacerlo medianamente bien en lugar de lo rematadamente mal que hizo Bush, para que el dinamismo del país se recupere rápidamente y arrastre al resto del mundo.

Hay una historia de Jorge Bucay que dice,

Había una vez… otro rey. Este era el monarca de un pequeño país: el principado de Uvilandia. Su reino estaba lleno de viñedos y todos sus súbditos se dedicaban a la fabricación de vino. Con la exportación a otros países, las 15.000 familias que habitaban Uvilandia ganaban suficiente dinero como para vivir bastante bien, pagar los impuestos y darse algunos lujos.

Hacía ya varios años que el rey estudiaba las finanzas del reino. El monarca era justo y comprensivo, y no le gustaba la sensación de meterle la mano en los bolsillos a los habitantes de Uvilandia. Ponía gran énfasis, entonces, en estudiar alguna posibilidad de rebajar los impuestos.

Hasta que un día tuvo la gran idea. El rey decidió abolir los impuestos. Como única contribución para solventar los gastos del estado, el rey pediría a cada uno de sus súbditos que una vez por año, en la época en que se envasaran los vinos, se acercaran a los jardines del palacio con una jarra de un litro del mejor de su cosecha. Lo vaciarían en un gran tonel que se construiría para entonces, para ese fin y en esa fecha.

De la venta de esos 15.000 litros de vino se obtendría el dinero necesario para el presupuesto de la corona, los gastos de salud y de educación del pueblo.

La noticia fue desparramada por el reino en bandos y pegada en carteles en las principales calles de las ciudades. La alegría de la gente fue indescriptible. En todas las casas se alabó al rey y se cantaron canciones en su honor.

En cada taberna se levantaron las copas y se brindó por la salud y la prolongada vida del buen rey.

Y llegó el día de la contribución. Toda esa semana en los barrios y en los mercados, en las plazas y en las iglesias, los habitantes se recordaban y recomendaban unos a otros no faltar a la cita. La conciencia cívica era la justa retribución al gesto del soberano.

Desde temprano, empezaron a llegar de todo el reino las familias enteras de los viñateros con su jarra, en la mano del jefe de familia. Uno por uno subía la larga escalera hasta el tope del enorme tonel real, vaciaba su jarra y bajaba por otra escalera al pie de la cual, el tesorero del reino colocaba en la solapa de cada campesino, un escudo con el sello del rey.

A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo que nadie había faltado. El enorme barril de 15.000 litros estaba lleno. Del primero al último de los súbditos habían pasado a tiempo por los jardines y vaciado sus jarras en el tonel.

El rey estaba orgulloso y satisfecho; y al caer el sol, cuando el pueblo se reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón aclamado por su gente. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia de sus ancestros, el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. Con la copa en camino, el soberano les habló y les dijo:

—Maravilloso pueblo de Uvilandia: tal como lo imaginé, todos los habitantes del reino han estado hoy en el palacio.

Quiero compartir con ustedes la alegría de la corona, por confirmar que la lealtad del pueblo con su rey, es igual que la lealtad del rey con su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje que brindar por ustedes con la primera copa de este vino, que será sin dudas un néctar de dioses, la suma de las mejores uvas del mundo, elaboradas por las mejores manos del mundo y regadas con el mayor bien del reino, el amor del pueblo.

Todos lloraban y vivaban al rey.

Uno de los sirvientes acercó la copa al rey y éste la levantó para brindar por el pueblo que aplaudía eufórico… pero la sorpresa detuvo su mano en el aire, el rey notó al levantar el vaso que el líquido era transparente e incoloro; lentamente lo acercó a su nariz, entrenada para oler los mejores vinos, y confirmó que no tenía olor ninguno. Catador como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente y bebió un sorbo.

¡El vino no tenía gusto a vino, ni a ninguna otra cosa…!

El rey mandó a buscar una segunda copa del vino del tonel, y luego otra y por último a tomar una muestra desde el borde superior. Pero no hubo caso, todo era igual: inodoro, incoloro e insípido.

Fueron llamados con urgencia los alquimistas del reino para analizar la composición del vino. La conclusión fue unánime: el tonel estaba lleno de AGUA, purísima agua y cien por cien agua.

Enseguida el monarca mandó reunir a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia una explicación para este misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua…?

El más anciano de sus ministros de gobierno se acercó y le dijo al oído:

—¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, muchacho, nada de eso. Vuestros súbditos son humanos, majestad, eso es todo.

—No entiendo –dijo el rey.

—Tomemos por caso a Juan. Juan tiene un enorme viñedo que abarca desde el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del reino y su vino es el primero en venderse y al mejor precio..Esta mañana, cuando se preparaba con su familia para bajar al pueblo, una idea le pasó por la cabeza… ¿Y si yo pusiera agua en lugar de vino, quién podría notar la diferencia…?

Una sola jarra de agua en 15.000 litros de vino… nadie notaría la diferencia… ¡Nadie!

…Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle, muchacho, salvo por un detalle:

¡TODOS PENSARON LO MISMO!

Que tal si empezamos a cambiar la dirección del pensamiento ? Cierto es que con pasivismo las cosas no se arreglan solas y falta pasar a la acción, pero el primer paso es pasar página y empezar a ver las cosas con una mejor perspectiva .

Written by jpocalles

noviembre 15, 2008 at 12:17 am

El cuento de los mineros

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Hay una historia que dicen es verídica. Aparentemente sucedió en algún lugar de África.

Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra.

De repente un derrumbe los dejo aislados del afuera sellando la salida del túnel.

En silencio cada uno miró a los demás. De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el problema sería el oxigeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, cuando mucho tres horas y media.

Mucha gente de afuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos.

¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire?
Los expertos mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxigeno que pudieran.

Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron todos en el suelo.

Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era difícil calcular el paso del tiempo. Incidentalmente solo uno de ellos tenía reloj.

Hacia él iban todas las preguntas: ¿cuanto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora?.

El tiempo se estiraba, cada par de minutos parecía una hora y la desesperación ante cada respuesta agravaba aun más la tensión.

El jefe de los mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Así que ordenó al que tenia el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo. Nadie haría mas preguntas, él avisaría a todos cada media hora.

Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su maquina. Y cuando la primera media hora pasó.
Él dijo:“ha pasado media hora”.
Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire.

El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba.

Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que le informo la media hora, habían pasado en realidad 45 minutos.

No había manera de notar la diferencia así que nadie siquiera desconfió.

Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después.

“paso otra media hora”… y los cinco creyeron que habían pasado encerrados, en total, una hora y media y todos pensaron en cuan largos se le hacia el tiempo.

Así siguió el del reloj, a cada hora completa les informaba que había pasado media hora.
…La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en que cámara estaban atrapados, y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas.

Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos.

Encontraron vivos a cinco de ellos.

Solamente uno había muerto de asfixia… el que tenía el reloj.

Esta es la fuerza que tienen las creencias en nuestras vidas.
Esto es lo que nuestros condicionamientos pueden llegar a hacer de nosotros.

Cuando creemos y confiamos en que se puede seguir adelante, nuestras posibilidades se multiplican.

Jorge Bucay : El camino de las lágrimas

PD : Dedicado a ti Pilar, por tu fuerza en los momentos difíciles

Written by jpocalles

abril 2, 2008 at 7:14 am